domingo, 29 de julio de 2012

La escalada

Con frecuencia nos gritamos sin necesidad. Antaño fue una manera de defender nuestro territorio, cuando estábamos en peligro, cuando necesitábamos comer para vivir. Lo hacíamos a la desesperada, cuando no había otra manera de ver el sol al día siguiente.

En el día a día, a veces nos llegan situaciones que parecen querer alterar nuestro cosmos. Quizá una mala palabra, quizá la posibilidad de que nos pase algo a nosotros o a alguien que queremos. ¿A veces son cosas graves? Una de cada diez. Otras muchas son ese tipo de cosas sin importancia que hemos aprendido a valorar solamente para tener alguna preocupación banal en la vida. Para no pensar, quizá, en problemas como por qué no somos lo que queremos, que son bastante más amplios, y vienen a darnos una sensación de falta de control sobre la realidad que nos estresa y nos enerva.

La violencia pacífica es una de esas cosas que nos atemoriza, y no sé bien qué pensar sobre ella. Hay quien ve a dos cachorros jugando a ver quién es más fuerte, o a dos perros no tan cachorros. Está claro cuándo la pelea es a muerte o es simplemente para marcar el territorio (que ya hemos dejado claro que es innecesario generalmente en el ritmo de vida que llevamos en el norte), para entrenarse para el futuro, o simplemente para perder el tiempo. Y sin embargo, ante peleas inofensivas siempre existen dos opciones: "Déjalos que jueguen" o "¡Oye, Chispas, no le hagas eso a tu hermano!"

En el primer caso, ambos aprenden, quizá el que gana más que el que pierde. Cabría pensar: "estamos promocionando la violencia". Puede. Si pensamos que somos más asesinos que defensores de nuestro territorio. Quizá las dos cosas sean la misma, y sin embargo las connotaciones son muy distintas. A uno no lo entendemos, y al otro sí.

En el segundo se impone un orden semejante al que se ve en la biblia, en el que Dios interviene y soluciona los problemas para los pueblos elegidos. Los hombres buenos viven gracias a su Dios, y los hombres malos son castigados. Se castiga la violencia, por ejemplo, quizá con violencia directa, o con toma de poder sobre la persona, pero en cualquier caso un castigo es un tipo de violencia (soy más fuerte que tú, y por eso te impongo esta medida)

Tiene sentido castigar la violencia? A no ser que sea con una huelga de hambre o algo parecido, no lo comprendo. El castigado no puede pensar que es su intención de ser macho alfa la que funciona mal en su entorno, porque hay alguien que lo es y se impone. Si acaso, aprenderá a comportarse mientras este ente superior se pueda enterar de su conducta y castigarlo.

Pero la violencia, es irremediable. La única forma de no llegar a ella es luchar contra la escalada. Tener claro lo que uno quiere y en qué punto empezar a gritar por ello porque no hay más remedio. Vivir como en la sabana, donde pese a la escasez de alimento, los animales se entienden con menos conflictos de los que a nosotros, vulgares humanos chillones, nos parece que debería haber en un sitio tan crudo y desolador. Porque morir por el territorio de uno, no tiene sentido.