lunes, 6 de enero de 2014

Tres meses

Llevo ya tres meses sin escribir. No es sólo una cuestión de tiempo, aunque entre Bundles, Whatsapp y querer salir a correr (en 2014 me supero con poco) es fácil no querer pasarse por aquí.

Pero lo principal es que me siento libre de problemas. No tengo nada a lo que darle vueltas, estoy quizá cansado de anticiparme a lo que venga. Ha tomado mucho peso la frase "pues se improvisa". Tanto el año que viene como lo que vaya surgiendo. Estoy bastante bien, y quizá por eso me doy cuenta de que no tengo tanta necesidad de prepararme para el futuro. A alguno le he dicho, esta nochevieja, "que sea igual, o incluso un poco peor (si hace falta) el año que viene, si mientras no vengan las siete plagas...".

No me preocupa. Tengo mucho que perder, ya digo que no podría estar mejor, quizá imagino que no puedo perder todo de una (aunque una crisis suela acercarnos a otra crisis).

También sueño despierto menos de lo normal, y sobre todo desganado. Supongo que por inercia. Ya no me parece pendiente nada que demostrar. No soy mejor ni peor que antes, pero ahora aprecio lo que tengo, y me ayuda a mantenerlo y a no tener miedo a perderlo.

Es aquí cuando se acaba el hedonismo y comienza la libertad. Mi felicidad ya no se basa en lo que tengo, sino en lo que puedo conseguir, en lo que me veo capaz de vencer y de defender.

Pero sé que se avecinan tiempos de cansancio, no me preocupan pero se huelen, y me mantengo en alerta, preparado para observarme y controlarme, porque sé que cómo me siento no puede ser para siempre, y tendrá que ser mi corazón de hielo el que me mire de arriba a abajo por encima del hombro y me diga "de qué te quejas?" con ese rintintín del que sabe cómo están los demás y cómo ha estado uno mismo.