lunes, 1 de agosto de 2011

Lo llamo amor porque no tengo ni idea de lo que es

Me cago en el "ahora no estoy seguro de lo que quiero", me cago en el mito de que por ser hormonas uno se tiene que sentir alienado de sus sentimientos (cosa que no se puede evitar, al verse a uno desde fuera), y me cago en el "estoy bien solo".

No dejan de ser ciertos, y sin embargo no puedo evitar negarlos. Maldita tentación.

Hace unas semanas pensé en dejar de pensar, pensé en no tener expectativas, en dejar de preocuparme por el futuro si no tenía ni idea de cómo actuar para mejorarlo. Pensé en improvisar, en que salga lo que salga. Y ahora no me conformo.

Tiré la lista de deseos a la basura, y sólo me ha servido para tener que escribirme el último en la mano. Y ahí, la tinta entra en la piel y va poco a poco por los capilares hasta que llega al corazón si no queda retenida en los riñones. Será por eso que me duelen, porque por mucho que lo han intentado la tinta ha pasado. Como la Rusca en la sonrisa etrusca, la tinta se pasea en mi interior, acomodándose en un lado u otro, condicionándome a actuar de forma que no se queje y me mordisquee desde dentro.

Es inevitable esta profunda incertidumbre, esta contínua presión por conseguir lo que se desea, por ser mejor de lo que se es.

De repente el mundo se me hace extraño. No sé hablar y apenas escuchar, estoy ensimismado mientras mi Rusca deshoja una margarita de infinitos pétalos. O se la quito, o no dejaré nunca de estar jilipollas.

No puedo seguir haciendo lo mínimo. Necesito diálogo, y soy incapaz de sostenerlo. Voy musculándome poco a poco, a veces parece que lo conseguiré, pero aún soy incapaz de decir lo que siento, aún tengo miedo a que cambien las cosas. Me tiré al vacío, no teniendo miedo a nada, y tras caer en una esponjosa nube, me ha dado vértigo, no aguanto la idea de que se desvanezca.

El problema siempre es el tiempo. A veces tan lento y a veces tan rápido. Cómo me gustaría que fuera suficiente lento para aprovechar estos momentos más, y que pese a mi jilipollismo, pudiera avanzar en mi capacidad para hablar y para sorprender. Y cómo me gustaría que fuera suficiente rápido para saber lo antes posible si sorprendo.

Sí, tengo necesidad de sorprender, ya no me basto con mi yo más normalito, necesito ser un superhombre más que nunca y me da miedo que tanto músculo rompa la vestidura que me regala.

Podría haber sido más breve, y pasar directamente al resumen, pero así una entrada no tiene gracia. Que si los segundos no pasan suficiente rápidos o suficiente lentos, que se pare el tiempo. No sé cuánto quiero, o a cuánto puedo aspirar, sólo quiero seguir paladeando estos momentos.

3 comentarios:

  1. ¡Tu desdén por lo normalito me ofende!
    Just kidding. Está bien tener ganas de progresar o de ser mejor, pero cuidado con desear ser otra cosa porque así nunca se está a gusto.

    Yo ya hace tiempo que he equilibrado un poco (¿hasta cuándo?...) esa batalla interior. ¿Por qué esforzarme en tratar de ser diferente? Sea como sea va a haber gente a la que le agrade y gente a la que le caiga fatal.

    Tampoco creo que lo que yo te diga sirva mucho, la verdad... Aunque crea saber cómo te sientes, no puedo tener la certeza. Sólo sé que el tiempo lo cura casi todo, aunque a veces no tengamos paciencia.

    P.D.: perdona si me he rallado y no tienes ni idea de qué narices hablo, es que están haciendo mucho ruido con obras, gritando y demás (para abreviar una larga y aburrida historia).

    P.D.2: recuerda que Robotto te ama ;D (o mejor, olvídalo...).

    ResponderEliminar
  2. Yo es que soy de batallas eternas. En realidad no tengo gran problema con esa cuestión ahora mismo, quiero que las cosas fluyan y salgan como tengan que salir. Pero de vez en cuando me azota ese problema, y cuando me pasa necesito escribir algo =P

    La paciencia es la madre de la felicidad ;)

    Y mejor olvidar a Robotto, sí xD

    ResponderEliminar
  3. pues parece más desamor que otra cosa.
    por lo demás, interesante, tierno, agresivo y bonito!

    ResponderEliminar