lunes, 20 de mayo de 2013

Cómo ser con los demás?

Vamos a intentar tratar esto de manera biológico-evolucionista-sociológica-guay. Esto es, explicando el fundamento animal ("Los pájaros no van en bandadas porque se caigan bien entre ellos: se caen bien porque la bandada les beneficia"). El que no le guste o no lo entienda pero no tenga nada constructivo que decir, que le jodan haber estudiao que lo pregunte y se le contestará con toda la amabilidad disponible, que yo creo que suele ser la suficiente o más, aunque todavía es un campo en desarrollo en industrias Iozu&co.

De lo que quiere conseguir uno de los demás se hablará otro día porque hoy no me interesa. Seguro que sería mejor al revés, pero sorpresas te da la vida. (Es decir, que hoy estoy motivado para esto, y para lo otro, pues la verdad, es camisa de once varas en este momento).

La pregunta es cómo conseguirlo. ¿Cómo acordar, no verbalmente, ese intercambio de favores? Está claro que hay cosas que conseguimos a cambio de otras, pero cuando hablamos en términos de neurosis, si me permites la locución, el acuerdo es bastante más complicado, más sutil.

¿Por qué? Porque lo que yo llamo la paja mental (conjetura neurótica sobre la que asienta cualquier ser humano parte de su felicidad de manera completamente gratuita y estúpida) número uno es "Quiero esto, y lo quiero gratis, sin dar nada a cambio. Que la gente me ame por como soy, sin esforzarme."

Ya se me ha escapado la palabra mágica en cuanto uno habla de neurosis: amor. Este amor es una de las cosas que uno quiere conseguir de los demás (mecachis, que no quería yo hablar de eso hoy). Y se le llama amor, aunque no tenga que ver con el coito, por un motivo muy importante: por su semejanza con lo que da una pareja.

En el reino animal (póngase un documental de la dos cualquiera en mute y este texto sonando de fondo con loquendo si le apetece) cuando los alimentos y la seguridad están satisfechos, el único bien por conquistar es el sexo. ¿Por qué? Ya sabéis, los que no se reproducen no dejan descendencia, los que no disfrutan (aunque sea medianamente) del sexo no se reproducen... al final, da igual si el sexo sirve para algo, pero mola (como el experimento de los monos, la escalera con el plátano arriba, y la ducha fría, que por cierto, no ha sucedido nunca realmente, que se sepa).

¿Cómo mola? Con quien mola. Por eso de que si un animal escoge una pareja con tres patas en vez de cuatro (por motivos genéticos) es posible que muchas de sus crías no sobrevivan, el sexo mola, pero con quien sea molón. Si los hombres tienden a escoger lo mejor de lo que encuentran y las mujeres tienen un mínimo y por debajo no hay tu tía aunque lleve un año sin, es una entrada pendiente. Estoy recopilando material porque se queda muy sosita, en mi cabeza al menos.

El caso es que vamos a lo mejor. Y cuando encontramos algo que nos convence, pues con ese para toda la vida y punto, que ha demostrado tener buenos genes y otras características para criar niños y formar un hogar. Mentira. Eso, para los inconscientes (que no el inconsciente, que eso es una parte de nuestra mente según Freud), para los que donde dijeron digo, dicen diego. No, jamás encontramos lo mejor, tenemos un Otro, como lo llama Rosa Montero (algún día cobraré por hacer publicidad de lo que voy leyendo), con lo que buscamos, con lo que admiramos, frecuentemente imposible, por contradictorio, porque cambia cada día, y porque muchas veces queremos algo que simplemente no conocemos y cuando lo tenemos, lo despreciamos, por no hablar de lo que despreciamos simplemente porque lo tenemos, aunque nos guste...

Total, que ese Otro sigue ahí, en búsqueda y captura. Aviso a navegantes, esto no quiere decir que no queramos a nuestra pareja, no, lo que quiere decir es que somos (unos) infelices, dependiendo de cuánto se aleje la pareja de nuestra imagen del Otro, pero un poquito siempre.

¿Problema? Los otros animales, seres mucho menos neuróticos (en general, que los loros no se quedan cortos, p.e.), con Otros mucho menos desarrollados (al final me convenceréis entre todos de que es una medida de neurosis, pero yo sigo buscando una fagotista cinturón negro doctorada en física cuántica) de un vistazo hacen una selección, y con poco más al matrimonio (algunas veces breve). Nada de noviazgo, no necesitan conocerse tanto (seguro que hay alguna excepción, ojalá la encuentre) como nosotros.

Entiéndase noviazgo como la fase de la relación amorosa antes de considerar que ésta es estable. ¿Para qué sirve? Pues porque si no se parece al Otro, no mola el sexo (Nota mental, explicar relación entre machismo, religión y neurosis femenina). Así que comprobamos si se parece. Y si se parece, seguimos comprobándolo. Claro, llega un punto en que la comprobación se basa en verificar que no cambia y que a poder ser mejore, pero con poquito que mejore, o incluso aunque empeore un poquito, nos apañamos. Definición de fase estable de una relación.

Pero en cualquier fase de la relación, incluso cuando no hay fase, hay un juego al que le encanta jugar a nuestros genes con nuestra conciencia: ¿Cuánto vales? Claro, uno quiere conseguir lo mejor, ¿pero cómo? Pues siguiendo la red de prioridades que nuestra consciencia, sin demostrarnos que son buenas o que son fiables de ninguna forma lógica y razonable, tiene para nosotros. Tengo que ser lo mejor para conseguir lo mejor.

¡Y volvemos a la paja mental número uno! "Quiero ser el mejor porque soy así, no quiero cambiar por nadie porque eso me humilla. Yo me quiero mucho, y los demás también deberían quererme, porque yo soy lo más, te lo digo yo, que me conozco y por eso me quiero".

Es que claro, queremos ser mejores únicamente para conseguir Lo mejor (lo más parecido al Otro que existe), para que Lo mejor nos aprecie, nos admire, así que nuestra regla de medir no sirve para nada. Lo importante es la de Lo mejor (y a cada rato es alguien distinto, lo que más se parezca al Otro que esté cerca, a la medida universal de distancia "sisalgocorriendofollo"), la del Otro a fin de cuentas. Un Otro que no existe más que en nuestra cabeza, pero que nos empeñamos en creer que la gente se le parece, y que por supuesto no tenemos ningún dominio sobre él. Menos aún que sobre la gente corriente.

Las comparaciones son odiosas. En este caso, también para el que compara. Así que nuestros genes nos mandan que vayamos por ahí haciéndonos respetar por la gente que tiene valor, con un empeño proporcional al valor que tengan según la vara de medir nuestra (pensaréis, por fin libertad: Pues no, ahora lo aclaro), y ya que nos ponemos, también por gente que nos pueda dar valor ante personas de valor (al igual que el conocido refrán "trata bien a una fea: siempre tendrá una amiga guapa", las acciones sociales tienen su importancia, no tanto por quienes te aprecien, sino por como hablen de ti).

Usar nuestra vara de medir no dice nada de nosotros. Recordad que esa vara es el Otro. ¿Cómo elegimos al Otro? Cuanto más inconsciente es uno, más absurda y desdocumentada es su escala de prioridades a la hora de hacer las cosas (poco tiene que ver con lo que diga). Es inevitable que el otro tenga defectos, o que se valoren cosas que aunque buenas no tienen importancia, mientras otras con importancia se minusvaloran o incluso se desprecian. Porque la red de prioridades la ponen nuestros genes, basándose en lo que ven desde que nacemos. Y no, no tienen cerebro: Nosotros sí, pero ellos evitan que lo usemos.

A todo esto, la forma en que nos controlan, el por qué jugamos con ellos, es porque tienen lo que queremos: Droga. Esos genes, ese inconsciente o subconsciente o superyo o lo que sea (ya me gustaría que alguien que leyera esto pudiera entrar en matices, porque para decir tonterías mejor me dejo la pata metida en el pantalón), tienen completo dominio de nuestras emociones, de lo que nos mueve a movernos, y lo que intentan es reproducirse y que sobrevivan los churumbeles, lo que decíamos. Que muchos no lo hacen bien? Oiga, nuestros genes también son personas.

Así que mejor dejo lo de cómo conseguir que nos valore el Otro para otro día, que se hace tarde.

1 comentario:

  1. Veo que he creado escuela con lo de la amabilidad en stock.

    ResponderEliminar