sábado, 12 de noviembre de 2011

El sueño

La realidad no me quita el sueño. Pase lo que pase, hagan lo que hagan, por ahora al menos no me afecta el mundo. Me afecto yo.

En lo único que pienso cuando intento dormirme es en qué voy a hacer al día siguiente y qué he hecho ese mismo día.

Al día siguiente me esperan decisiones por tomar con sumo cuidado. No me preocupan los resultados, me preocupa conseguir hacer las cosas justo como creo firmemente, para mis adentros, que debo hacerlo. Algunas veces reina el mundo del bien y consigo hacer lo que realmente creo lo mejor, y en otros momentos me dejo llevar por las sensaciones del momento y acabo haciendo lo que no debería.

Como siempre, pesa más lo malo que lo bueno. Pero afortunadamente, los temas que más rebotan en mi cerebro, que más fácilmente me calientan la cabeza, los llevo bien por ahora. Quizá el tabaco y madrugar sean mis peores fallos en este momento.

Desencanta completamente ver cómo los instintos más primarios lo toman a uno en brazos y lo titiritean como quieren. Cuánta maldad puede sentir uno mismo dentro de su corazón cuando ve que no hace lo que se propone porque no quiere, porque un vicio ha pasado a ser parte no sólo de los hábitos sino también de la personalidad, de la mente, de uno mismo.

Me consuela ver que otros que me han hecho sentir peor han quedado dormidos por la abstinencia. No muertos, pues esperan a que llegue su momento, pero parecen haberse rendido a mi voluntad hasta que yo reclame su ayuda. Quién iba a pensar que yo iba a creer en la castidad de verdad, la mental, que iba a conseguir separar mentalmente sentimientos tan relacionados con el sexo para buscar éstos firmemente despreocupándome del segundo. De verdad que me sorprende.

Eso me recuerda que casualmente llevo hoy mi camiseta de Borat, en la que reza "I like sex, it's nice". Me encanta la dulzura de la frase, hablando del sexo como una apetencia, como una afición de moderada prioridad. Como si, en definitiva, la amistad pudiera ser mucho más que amistad sin que hubiera sexo. Como si pudiéramos ser felices con o sin sexo. Como si lo que realmente importara fuera un abrazo, una sonrisa o una mirada. Como si por fin nos diéramos todos cuenta de que somos parte de un único organismo, y amar y cuidar a los demás fuera la única forma de conseguir nuestra felicidad.

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