miércoles, 30 de noviembre de 2011

Las cejas

Mi ceño se va tranquilizando poco a poco. De fruncido pasó a sorprendido poco a poco, y por fin parece que va a volver a la normalidad. Es extraño no el aprecio, sino el impulso de imitación que siento. Las calles son las mismas de siempre, pero cada vez tengo más razones para sonreir. Se ha convertido en mi ejemplo a seguir, quizá sea la única vez que creo realmente que todos deberían parecerse más a ella.

Me acabo de delatar yo solito. Realmente. Típico adverbio de Pedro y el Lobo. Y sin embargo, me siento mucho más convencido. Antes no necesitaba que siguieran su ejemplo, y ahora sin embargo siento necesidad de predicar por éste.

No dejo de darle vueltas a las tres etapas del ciclo de retroalimentación de la dualidad persona/realidad. Sentir la realidad y actuar en consonancia, con un bucle entremedias como intento de procesamiento. Sentir, pensar y actuar, qué idílico.

No debemos olvidar nuestros deseos, ni dejar que nuestros miedos nos coaccionen. Que nos hagan pensar lo que no debemos es inevitable. Pero lo principal, para no caer en una trampa de la que no podamos salir, es no dejar de sentir.

A eso me dedico y en ello vuelco mis esperanzas cuando por la calle, intento por unos segundos dejar de ser un robot e intento sonreir como sólo sabe una persona.

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